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JUDAS

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APOCALIPSIS

SE AÑADIRAN TODOS LOS LIBROS DE LA BIBLIA

(3)

 

1 Me dijo:

Hijo de hombre, come lo que hallas;

come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel.

2 Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo. 3 Y me dijo:

Hijo de hombre, alimenta tu vientre,

y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy.

Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel.

4 Luego me dijo:

Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel,

y habla a ellos con mis palabras.

5 Porque no eres enviado a pueblo de habla profunda ni de lengua difícil,

sino a la casa de Israel.

6 No a muchos pueblos de habla profunda ni de lengua difícil,

cuyas palabras no entiendas;

y si a ellos te enviara, ellos te oyeran.

7 Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí;

porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón.

8 He aquí yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos,

y tu frente fuerte contra sus frentes.

9 Como diamante, más fuerte que pedernal he hecho tu frente;

no los temas, ni tengas miedo delante de ellos,

porque son casa rebelde.

10 Y me dijo:

Hijo de hombre,

toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré,

y oye con tus oídos.

11 Y ve y entra a los cautivos,

a los hijos de tu pueblo, y háblales y diles:

Así ha dicho Jehová el Señor;

escuchen, o dejen de escuchar.

12 Y me levantó el Espíritu, y oí detrás de mí una voz de gran estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar. 13 Oí también el sonido de las alas de los seres vivientes que se juntaban la una con la otra, y el sonido de las ruedas delante de ellos, y sonido de gran estruendo. 14 Me levantó, pues, el Espíritu, y me tomó; y fui en amargura, en la indignación de mi espíritu, pero la mano de Jehová era fuerte sobre mí. 15 Y vine a los cautivos en Tel-abib, que moraban junto al río Quebar, y me senté donde ellos estaban sentados, y allí permanecí siete días atónito entre ellos.

El atalaya de Israel

16 Y aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 17 Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. 18 Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. 19 Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma. 20 Si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria; pero su sangre demandaré de tu mano. 21 Pero si al justo amonestares para que no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma.

El profeta mudo

22 Vino allí la mano de Jehová sobre mí, y me dijo: Levántate, y sal al campo, y allí hablaré contigo. 23 Y me levanté y salí al campo; y he aquí que allí estaba la gloria de Jehová, como la gloria que había visto junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro. 24 Entonces entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y me habló, y me dijo: Entra, y enciérrate dentro de tu casa. 25 Y tú, oh hijo de hombre, he aquí que pondrán sobre ti cuerdas, y con ellas te ligarán, y no saldrás entre ellos. 26 Y haré que se pegue tu lengua a tu paladar, y estarás mudo, y no serás a ellos varón que reprende; porque son casa rebelde. 27 Mas cuando yo te hubiere hablado, abriré tu boca, y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: El que oye, oiga; y el que no quiera oír, no oiga; porque casa rebelde son.